En el mundo hay gran variedad de olores. Mientras algunos resultan repugnantes hay otros que nos parecen agradables. Hay ocasiones en los que ciertos aromas nos evocan recuerdos, momentos vividos y otros en cambio, nos pueden avisar sobre peligros como el humo o el gas.

Al igual que existe una infinidad de perfumes, existe una parte de la población a la que ciertos olores les provocan miedos y rechazo. Generalmente son personas con migraña crónica lo que en ocasiones despierta la percepción de ciertos “aromas u olores”. Lo peor para estos pacientes es que todo tiene un olor, y lo que para algunos es un mundo lleno de sensaciones, pueden no ser todas demasiado agradables, convirtiendo la cotidianidad en un infierno. Este problema se da, habitualmente, con los malos olores, pero son muchas las personas las que refieren a la sensibilidad a los aromas de ambientadores, perfumes, detergentes o suavizantes.

Aunque se desconoce la causa exacta de la osmofobia se cree que surge de un motivo externo traumático combinado con una predisposición interna que puede ser genética o heredada. Hablamos, por ejemplo, de que un individuo recuerde el olor a neumáticos quemados tras un accidente de tráfico y vuelva a revivir ese miedo y ansiedad cada vez que huela ese olor; o bien estar relacionado con otra fobia como es el miedo al océano, también conocido como talasofobia.

Si bien esta fobia no suele tratarse, debes saber que en caso de producir gran malestar un psicólogo puede realizar una Terapia Cognitivo Conductual. Esta, en combinación con otras técnicas, ayuda al paciente a ser más consciente de sus pensamientos negativos.

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